Se sintió más tranquilo cuando el juez de turno ordenó prisión preventiva, la cual guardó con sus hommies en el Sector 11 del Preventivo para Varones de la Zona 18. “Entre carnales no hay clavel”, comentó este pandillero de la Mara 18, que prefirió el anonimato por vergüenza.
Resguardado en prisión de las burlas de la mal llamada sociedad civil, se sintió ajeno a su problema. “Además, en la cárcel no hay espejos”, comentó con confianza a Impacto Mediático.
Sin embargo, ayer, fue transportado de nuevo a la Torre de Tribunales para un nuevo juicio; esta vez por extorsiones y coordinar asesinatos desde la cárcel. “De haber sabido que me sacarían a la luz pública, me hubiera abstenido a cometer más delitos. Lo peor de todo, es que este crimen sí era grueso, y atrajo la atención de la prensa, tanto local como internacional”, dijo casi llorando.
Su problema es muy simple. Con el objetivo de identificarse con la Mara 18, se hizo tatuar en la frente el nombre de la pandilla. “Pero yo insistí que fuera en letras, para que ocupara toda mi frente. Cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta que el hijueputa tatuador apenas había llegado a tercero primaria y me escribió mal… ¡Qué vergüenza, Dios mío! Perdóname por mi vida loca”, gritó a borbotones entre llanto y mocos.
Un fotógrafo de Impacto Mediático logró fotografiar el tatuaje, el cual mostraba un error ortográfico, ya que en vez de decir “Dieciocho”, le escribieron “Diesiocho”.
Foto: Johan Ordóñez |
“Y yo que fui buen estudiantes, ahora tengo que vivir con vergüenza”, dijo el pandillero.
Por eso, Telésforo Guerra, abogado de esta rata del infierno, adelantó que prepara una denuncia contra el Ministerio de Educación, por considerarlo el responsable de este crimen.
“Mire qué vergüenza. Por no preparar bien a los estudiantes, cómo hacen de burradas en su vida profesional”, opinó.
Guerra presentará una denuncia contra la cartera. El tatuador, que optó también por el anonimato, indicó que su profesor de Idioma Español fue Jodiel Acewebo.