viernes, 10 de septiembre de 2010

Pastor protestante quema libros de Dale Carnegie

“¿Por qué no mejor se queman el culo?”, cuestionó categóricamente Mahmud Ahmadinejad, al conocer la intención del pastor protestante Terry Jones, de la iglesia Dove World Outreach Center de Florida, Estados Unidos, de quemar ejemplares del Corán en el noveno aniversario del ataque a las Torres Gemelas.

Por suerte para la paz mundial, Jones desistió de su actividad, lo cual relajó las tensiones entre Occidente y el Mundo Islámico. Miles de voces rechazando este objetivo se alzaron, incluyendo la de los principales líderes mundiales.

Barack Obama, presidente de Estados Unidos, se sintió aliviado por el desistimiento.

SIEMPRE SÍ

Jones -un pastor de una pequeña iglesia de apenas 50 miembros- logró atraer las miradas mundiales por su estrafalaria actividad.

“En realidad no lo pensé bien; a mí lo que me gusta es el calor, la luz del fuego, y no pensé que habría tremendo revuelo”, explicó Jones en entrevista exclusiva a Impacto Mediático.


Es por ello que Jones convocó de nuevo a la actividad, sólo que en lugar de quemar el Libro Sagrado del Corán, llamó a quemar otros libros. “Yo por ejemplo voy a quemar unos cuantos libros de autoayuda que me han regalado y nunca me han dado ganas de leerlos”, explicó el pastor protestante.

La actividad, prevista para mañana, se empieza a preparar desde hoy en una enorme pira que será encendida por la noche. El reportero de Impacto Mediático dijo haber contabilizado, en su mayoría, libros de Dale Carnegie.

APOYO

“Eso me parece mejor”, dijo Obama, que durante la semana pidió a Jones no realizar la actividad, indicó que con el nuevo objetivo él mismo colaboraría con “100 mil ejemplares de Lincoln, el desconocido de Carnegie, que guardaba mi antecesor, W. Bush, destinados a soldados en Irak, y que yo me negué a enviar”, explicó.

Al ser consultada la Fundación Dale Carnegie, indicó a través de su vocero, que su fundador “lo único que quería era hacer amigos”, por lo que no entendía la adversión en su contra.

De la misma forma, en otras ciudades se observan piras de libros listos para conmemorar el aniversario de Bola de Nieve -que el próximo año celebra su centenario- con estos eventos incendiarios.

En Río de Janeiro, era evidente la predilección por los libros de Paulo Coelho. En Santiago de Chile, los de Isabel Allende. En todas las ciudades, no faltaba un lector culto que quería hacer honor al incluir, al menos, un ejemplar de Fahrenheit 451.

En Guatemala, la ocasión fue aprovechada por numerosas editoriales que vaciaron sus bodegas engusanadas y enmohecidas, en donde se pudren cientos de libros de Méndez Vides, Enrique Godoy y Julio Fausto Aguilera, entre otros. “Es nuestra culpa, por seguir editando libros de autores muertos en vida, que ya no producen nada nuevo”, dijo una fuente de la Gremial de Editores de Libros.

Sólo Miguel de Cervantes reía complacido desde el Cielo, por haber iniciado en una de sus novelas -de cuyo nombre no quiero acordarme- la maña de quemar los libros pura mierda.